miércoles, 12 de octubre de 2011

El burka en boca de todos


El mundo árabe suscita sueños y miedos. Y su historia está inevitablemente ligada a la nuestra debido a su proximidad geográfica y, por consecuente, a sus intercambios con Occidente. Sin embargo los países que conforman el mundo árabe, pese a tener un mismo idioma y una religión mayoritaria, el Islam, no establecen los mismos derechos en sus respectivas constituciones.Por un lado, el artículo 6 de la Constitución Tunecina dice así: “todos los ciudadanos tienen los mismos derechos y los mismos deberes. Son iguales ante la ley.”  Y el 20, “la mujer es electora y eligible”. Por otro lado está Arabia Saudí, donde impera una estricta interpretación de la Sharia (ley islámica) que prohíbe, entre otras, conducir a las mujeres. Ya es mundialmente conocido el caso de Manal al Sherif, una mujer saudí condenada por conducir en público en mayo de 2011.Dos países árabes, dos interpretaciones distintas del Corán, dos posiciones completamente distintas con respecto a la mujer. Si en el primer país, el velo es opcional y es una cuestión de identidad así como de inserción social. En el segundo, el burka –vestido que cubre todo el cuerpo de la cabeza a los pies- que sólo deja ver los ojos de las mujeres a través de una rendija, es obligatorio.
España, por su cercanía, ha acogido a un gran número de inmigrantes musulmanes en los últimos años, convirtiéndola así en un hervidero de culturas. La ignorancia, el miedo a lo desconocido y la falta de rigurosidad de los medios hace que la población se refugie en estereotipos. Estereotipos que conducen, en la mayoría de lo casos, a exclusiones sociales. De esta forma, el velo y el burka están en boca de todos. Políticos, ciudadanos y medios de comunicación se suman al debate sobre la prohibición del burka. ¿España debe seguir a su amigo francés en la lucha contra el burka?
Me posiciono en contra de la prohibición del burka aquí, del mismo modo que condeno que se obligue a llevarlo en Irán. Y es que cuando nuestra sociedad habla de su prohibición está poniendo en juego la libertad de culto como principio democrático. ¿Acaso multamos a los ciudadanos que lucen crucifijos? ¿O a las monjas por llevar su vestimenta?
Los eurocentristas deberíamos comprender que las españolas no somos menos sumisas que las musulmanas. ¿Acaso no seguimos sigilosamente los cánones de belleza occidentales que nos obligan a depilarnos, a maquillarnos, a tener una talla por debajo de la 40 y a ponernos tacones? Así que basta ya. Dejemos que siga existiendo la libertad de culto. Y luchemos por que las mujeres musulmanas puedan elegir.

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