martes, 8 de noviembre de 2011

La voz del pueblo llega al Parlament

 El 15 de junio de 2011, Cataluña vivió por primera vez el bloqueo del Parlament por parte de algunos indignados del 15-M. Tras días de indignación pacífica, con algunas excepciones como el 27 de mayo donde se producieron los desalojos violentos después de que el consejero del Interior, Felip Puig, ordenara la “limpieza” de Plaza Cataluña, el bloqueo era un paso más en la escala de indignación que vive la sociedad catalana (y española). Y fue un paso más porque la manifestación se hizo frente al Parlament, órgano político cuyos miembros son elegidos, en los países democráticos, por los ciudadanos con derecho a voto para elaborar y votar las leyes. Se dice que el Parlament es “la voz del pueblo”, sin embargo éste ya no se siente representado. Por eso se decidió llevar la indignación hasta el Parlament, para que los políticos escuchasen de primera mano lo que la ciudadanía reivindica. Además aquel 15 de junio se votaban los primeros presupuestos restrictivos en servicios tan básicos como sanidad y educación. Unos recortes que afectaban a toda la población y que, no obstante, no contaban con su voz para llevarse a cabo. Los cerca de 3.000 manifestantes, según El País, bloquearon el Parlament como acto simbólico contra los déficits democráticos que sufre nuestro país. Era un grito de queja a la corrupción, a la nula transparencia, a la poca representatividad de la urnas; en definitiva, una queja a “ la dictadura de los mercados; ésa dictadura disfrazada con los ropajes de la democracia”, como dijo Gabilondo en su programa “Hoy” de la CNN+.
El bloqueo acabó con seis detenidos; sin embargo ahora están siendo juzgados 22 indignados “por un delito contra altos organismos de la Nación por ejercer la violencia, coaccionar o intimidar a los diputados”, según el Público. Si bien es cierto que algunos diputados fueron abucheachos y zarandeados por algunos manifestantes, ¿es legítimo que  políticos y medios de comunicación tachen de “violento” a todo el movimiento del 15-M incluso sabiendo que éste se desmarcó de tales actos? Stéphane Hessel, autor de ¡Indignaos! y de ¡Comprometeos! dejó claro, no sólo en sus libros, sino en un comunicado de prensa, que rechaza cualquier acto de violencia. Asegura "intolerable cualquier intento de paralización de las instituciones de representación democrática" y recuerda “el buen fin y las actitudes mayoritarias de los ciudadanos que se han movilizado pacíficamente".
Pese a que la mayoría de la población está indignida y pese a que se ha manifestado pacíficamente, los resultados siguen sin verse: los recortes se votaron, los banqueros siguen impunes, el paro no deja de crecer, los desahucios siguen su curso y así suma y sigue. ¿Qué debe hacer el pueblo para frenar esta violencia ejercida desde arriba? Si bien ningún ideal revolucionario debería basarse en la violencia porque como dijo Che Guevara “el verdadero revolucionario se guía por grandes sentimientos de amor”, la historia nos ha demostrado que es difícil cambiar un país o una situación de dominación sin encararse de una forma u otra con el poder. Dicho de otro modo, a veces hay que coger el toro por los cuernos.

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